miércoles, 29 de enero de 2014

El mapa del cielo


Observando el cielo en un momento determinado, puede establecerse el llamado "mapa del cielo". Si tal mapa se realiza en función de la fecha de nacimiento de un individuo, obtenemos una "carta astral".

Las palabras o expresiones que se emplean de forma habitual no tienen el mismo sentido que comúnmente se les ha atribuido. Cuando hablamos de astrología, circulan tal cantidad de informaciones falsas e ideas preconcebidas que no está nunca de más aclarar ciertos puntos del zodiaco. Además, la astrología entronca tanto con la ciencia como con el arte. Se reconoce a menudo su categoría de ciencia, sin saber muy bien cómo ni porqué. Incluso, los más escépticos en este tema afirman que la astrología es una falsa ciencia, pero una ciencia igualmente. En cambio, todo o casi todo el mundo parece ignorar que es también un arte, el cual requiere unas cualidades, como la intuición, la inspiración, la imaginación y la interpretación, por parte de la persona que la ejerce. Una buena parte de la astrología supone poseer ciertas cualidades humanas, requiere generosidad y un espíritu espontáneo y solidario con los demás, que en ningún caso debe restringir, forzar, limitar, separar o dividir. El conocimiento de la astrología no tiene por qué convertirse en un muro entre los demás y uno mismo, sino que debe ser como una infinidad de puertas o posibilidades, abiertas al mundo exterior. Finalmente, las investigaciones astrológicas proporcionan cierto júbilo, un gusto por el descubrir, aprender y conocer. Si éste no es el caso, más vale no interesarse por ella.

EL MAPA DEL CIELO

Tal júbilo, impaciencia y entusiasmo un tanto infantiles pueden sentirse elaborando un zodiaco y estableciendo un mapa del cielo. ¿Qué es un mapa del cielo? Para un astrólogo, es un esquema constituido por un zodiaco donde figuran los 12 signos astrológicos, en cuyo interior se inscriben las posiciones exactas de los astros reveladas por las Efemérides, a partir de una hora, día, mes año y lugar determinados.

El profano se preguntará, observando una partitura, cómo es posible que a partir de un lenguaje incomprensible para él, salga una melodía. En cuanto al músico, siguiendo las notas inscritas en la partitura, captará con naturalidad una melodía, unos acordes y unas armonías. Para un astrólogo preparado y con cierta experiencia en datos astrológicos es lo mismo: puede leer un mapa de un vistazo. Sin embargo, leer es una cosa, pero interpretar es otra. Uno lee para sí mismo, pero interpreta para los demás. De la misma manera, un músico cuando lee una partitura se conforma con descifrarla. Si quiere interpretarla, el siguiente paso será expresar sus sentimientos y emociones personales, íntimos, y recurrirá a sus cualidades sensibles, intuitivas y artísticas para comunicarse con su auditorio. Es evidente que el dominio de una técnica y su habilidad instrumental le serán muy útiles. La calidad de un buen intérprete se juzga tanto por su sensibilidad como por su habilidad y virtuosismo.

Lo mismo ocurre con el astrólogo. Distintos astrólogos pueden establecer un mismo mapa del cielo para un momento dado, así como leerlo mecánicamente. Pero en cuanto a la interpretación, ésta será más o menos interesante en función de lo que comunique y revele cada uno de ellos.

No olvidemos que, en la Antigüedad, no se permitía adquirir conocimientos astrológicos sin ser un iniciado. En efecto, nuestros antepasados no ponían en duda que los principios de la observación de los movimientos de los astros en el cielo y en el interior del zodiaco habían sido estudiados y experimentados por otros hombres; pero también estaban convencidos de que sus propios antepasados, al actuar así, habían tenido una revelación. Para ellos, la astrología tenía un carácter sagrado o divino.

El mapa del cielo es para el astrólogo como la partitura para el músico.




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