jueves, 9 de enero de 2014

Signos del zodiaco y las estaciones: otoño e invierno


Guiados por los movimientos de las estrellas en el cielo y por el ritmo de las estaciones de la Tierra, los antiguos crearon el zodiaco, donde se integran los grandes ciclos del universo y de la naturaleza.

Desde el equinoccio de primavera, el 21 de marzo (instante en que el Sol entra en el signo de Aries), hasta el equinoccio de otoño, el 21 de septiembre (momento exacto en que el Sol penetra en el signo de Libra), los días son más largos que las noches. Luego, el proceso se invierte. La Tierra entra en su ciclo otoñal e invernal, durante el cual las noches son cada vez más largas, hasta llegar al solsticio de invierno (el 21 de diciembre), el día cuya noche es la más larga del año.

Como es sabido, este ritmo de calor y frío, y el equilibrio entre ambos, son esenciales para la vida en la Tierra. Muy esquemáticamente, se puede observar que un niño nacido en el período cálido del año, durante el cual el cielo es más benévolo y el clima más suave, no tendrá la misma constitución física ni la misma resistencia que un niño nacido en pleno invierno, cuando la temperatura exterior se encuentra bajo cero. Esta diferencia extrema resultaba probablemente más evidente y observable hace unos cien mil años; pues la vida en la Tierra era entonces más primitiva y la supervivencia de la especie humana dependía estrechamente de sus relaciones con el medio. A partir de estas observaciones, nació el principio de la astrología, que se basa en las estrechas relaciones y las coincidencias reveladas y manifestadas a través de elementos que no tienen vínculos aparentes entre sí, pero que si se los compara pueden entonces asociarse simbólicamente al nacimiento, la existencia y el destino de un ser. Los nombres mismos de los hombres, en las sociedades primitivas, se escogían a menudo según la relación entre el nacimiento del niño y la manifestación de un fenómeno natural o de un hecho extraordinario producido en dicho instante.

EL OTOÑO

Su elemento dominante es la Tierra. El día del equinoccio de otoño la noche vuelve a reinar. Aparentemente, el Sol se aleja de la Tierra; pero en realidad, se trata, naturalmente, de la situación contraria: es la Tierra la que se aleja del Sol en este período del año. Mientras tanto, el astrólogo observa los fenómenos celestes desde nuestro planeta. Se contenta con anotar lo que advierte. Ahora bien, desde el lugar en que se encuentra no ve la Tierra moverse, sino el Cielo. A lo largo de los días otoñales, aumenta el frío. La humedad reaparece. La tierra ya no se muestra fértil como en primavera; pero se hace más receptiva. Aspira a ser fecundada. Todo lo que viene de la tierra ha de volver a ella: tal es el gran principio inmutable de la vida en la Tierra y, en este sentido, se puede decir que se autofecunda. En el otoño, entra en una fase de fermentación, de regeneración. Actúan sus fuerzas secretas, sus recursos y sus riquezas interiores.



Séptimo signo del zodiaco: Libra, segundo signo de Aire

La naturaleza se encuentra en una fase de transición suave. Fluctúa entre los calores del verano, que todavía están cercanos, y la humedad de principios del otoño. El aire seco se humedece un poco más cada día. Mientras que la tierra roturada y labrada reposa, el hombre trabaja en el justo reparto de los frutos que le ha dado: unos atienden a las necesidades vitales, otros vuelven a sembrarse para la siguiente producción. Esta distribución corresponde totalmente a la que hace Libra.

Octavo signo del zodiaco: Escorpio, segundo signo de Agua

Bajo el efecto del frescor creciente, la naturaleza se va despojando de su abrigo verde. Sólo se puede alimentar de ella misma para subsistir. Consume sus bienes más valiosos para regenerarse. Para poder cosechar, es necesario sembrar, acción que implica seleccionar y sacrificar la mejor semilla con el fin de obtener una cosecha abundante. Este último sacrificio realizado para renovarse corresponde a Escorpio.

Noveno signo del zodiaco: Sagitario, tercer signo de Fuego

El frío ya aparece. Sin embargo, la tierra ha sabido conservar en lo más hondo de sí misma la potencia del calor del verano, gracias al cual la semilla se abre. Este calor oculto, invisible en la superficie, es una promesa para el futuro. A partir de este momento, el Fuego se hace continuo e íntimo. Es el Fuego del hogar, alrededor del cual los hombres se reúnen para calentarse cuando se acercan los fríos. Es generoso, tranquilizador, estimula las energías profundas: Es el Fuego de Sagitario, que crea y reúne.

EL INVIERNO

Su elemento dominante es el Agua. Al solsticio de invierno corresponde la noche más larga del año. Bajo el efecto del aire frío, la lluvia se transforma en nieve, la humedad en hielo. Es el reino del agua helada.



Décimo signo del zodiaco: Capricornio, tercer signo de Tierra

El frío sigue penetrando la tierra, hiela su superficie, la endurece. El animal hiberna en su cubil. El hombre se refugia en su casa. La semilla se repliega para sobrevivir al frío mortal. La naturaleza, agredida por la temperatura, pasa a la defensiva. Esa actitud que aísla y obliga a no contar más que con uno mismo es la de Capricornio.

Undécimo signo del zodiaco: Acuario, tercer signo de Aire

Los vientos fríos barren continuamente la superficie terrestre. Las noches se hacen más cortas y la fría humedad de la tierra se empieza a evaporar. El aire está ahora más helado que la tierra. A partir de entonces, la semilla que resistió al frío recobra la vida y arraiga. Mientras tanto, revela su autonomía, gracias a la cual en la próxima primavera podrá surgir de nuevo. Se trata de la expresión de la voluntad de independencia de Acuario.

Duodécimo signo del zodiaco: Piscis, tercer signo de Agua

Los días son más largos que las noches. La temperatura exterior aumenta. Bajo los efectos benéficos del Sol renaciente, llega la época del deshielo. Las aguas fluyen torrenciales. La tierra se carga de humedad. Las aguas freáticas se reconstituyen bajo el suelo. Las fuentes, los arroyos y los ríos crecen..., y a veces se desbordan. La tierra húmeda es intensamente receptiva. Cambian los paisajes. Es la era de las metamorfosis, de la comunión y de la exaltación de las cualidades sensibles de la naturaleza. Es la era de Piscis.




1 comentario:

  1. Asombroso, ilustrativo, claro y realmente original. Este es el primer trabajo que encuentro que realmente satisfizo mi necesidad no solo como eterna estudiante e investigadora, también como astroanalista.
    Gracias Gloria

    ResponderEliminar