viernes, 7 de marzo de 2014

La oniromancia en China

El Cielo, los dioses, los antepasados y los fantasmas poblaban los sueños de los chinos de la Antigüedad y de la Edad Media.


En esta antigua y lejana civilización que tanto hizo soñar, e incluso imaginar, como ocurrió en al antiguo Egipto, aunque también y principalmente en la Europa de los reinos de la Edad Media, la interpretación de los sueños ocupó un lugar preponderante. Por más lejos que nos remontemos en el tiempo, observamos que la literatura clásica china, de gran riqueza, está llena de relatos y testimonios, así como de métodos, teorías y consejos prácticos relativos a la interpretación de los sueños.

De ahí que podamos realizar una afirmación que no sorprenderá a nadie: desde la más alta Antigüedad, en todas las latitudes, no solamente los hombres tenían muchos sueños, sino que además muy pronto vieron en sus sueños mensajes enviados por sus dioses -éste era el caso de Mesopotamia y de Egipto-, o enviados por el Cielo, por sus antepasados y algunas veces por los fantasmas, seres sobrenaturales y espíritus errantes, tenían un papel importante en la vida de los chinos de la Antigüedad y de la Edad Media. La interpretación de los sueños supuso, pues, un serio e importante tema de preocupación para los hombres desde la noche de los tiempos.

LOS SUEÑOS ENVIADOS POR EL CIELO, LOS DIOSES, LOS ANTEPASADOS O LOS FANTASMAS

En China, los oniromantes o intérpretes de sueños de la Antigüedad se dividían en 4 categorías. De manera que, en función de la categoría que se les atribuía, el sentido y la interpretación de los sueños eran distintos. 

Los sueños enviados por el Cielo. Éstos, claro está, tenían un carácter sagrado y representaban mensajes esenciales y providenciales, y solamente podían recibirlos unos seres privilegiados o excepcionales, una especie de elegidos o escogidos del Cielo. Estos sueños, además, podían producirse en estado de vigilia y manifestarse en forma de apariciones o visiones. Sin embargo, únicamente el adivino estaba capacitado para interpretarlos, para ver en ellos mensajes enviados por el Cielo, para decir si eran propicios o nefastos y qué conclusión o previsión se podía sacar o deducir de ellos. Por supuesto, tales sueños eran muy excepcionales y, casi siempre, el mensaje o mensajes que contenían afectaban a la comunidad o al país.

Los sueños enviados por los dioses. Se podría pensar que tienen el mismo origen, significado y alcance que los precedentes. En realidad, para los chinos, los dioses eran enviados del Cielo, una especie de mensajeros y soldados celestiales, que tanto podían proteger a los humanos como desafiarlos o probarlos, según el caso, y también según sus méritos. Eran espíritus del bien y del mal, fuerzas de la naturaleza que no dejan de recordarnos a la bíblica cohorte de los ángeles. Estos dioses no siempre tomaban forma humana. Podían aparecer en sueños bajo el aspecto de demonios aterradores, dragones u otros animales fantasmagóricos y míticos, tan abundantes en la cultura china.

Por ello, este tipo de sueño solía manifestarse a un gran soldado antes de la batalla, por ejemplo, o a un hombre antes de cumplir una misión importante, una labor especial o una obra excepcional. El adivino encargado de interpretar este tipo de sueños debía, pues, prevenir al soñador de los peligros que corría o de las protecciones providenciales de que eventualmente podía disfrutar

Los sueños enviados por los antepasados. Tenían un sentido muy especial. En efecto, en China los antepasados o ancestros desempeñaban un papel prácticamente divino. Debemos entender que la mentalidad china difiere mucho de la nuestra en que, según aquella, el mundo sobrenatural e irracional no están totalmente separados, como tendemos a pensar en Occidente. Para los chinos, ambos mundos se penetran mutuamente. Están en relación permanente. Podemos salir de uno y entrar en el otro en cualquier momento, tanto si se trata de un ser vivo como de un ser muerto. Por ello, no es raro encontrar en la literatura china relatos en los que el héroe pasa del mundo de los vivos al de los muertos tan fácilmente como se pasa el umbral de una casa o la frontera de un país. Por tanto, los chinos tenían un profundo respeto por sus antepasados, a quienes creían siempre omnipresentes. Y no se sorprendían de cruzarse con ellos en medio de la calle o incluso de recibirles en su casa, como demuestran algunos relatos antiguos. Para un chino, no era del todo sorprendente encontrarse a uno de sus antepasados en un sueño y oír cómo le revelaba un mensaje. Más bien lo que le sorprendía, e incluso le inquietaba, era que ninguno de sus ancestros se le dirigiera o viniera a visitarle en sueños. En efecto, podía llegar a la conclusión de que sus ancestros le habían abandonado o rechazado, que había cometido una falta irremediable. En cambio, los que soñaban a menudo con sus antepasados se sentían protegidos y seguían al pie de la letra los consejos que les prodigaban durante su vida nocturna.

Algunos textos antiguos hacen alusión al hecho de que, en el momento en que los chinos de cierta edad dejaban de soñar con sus antepasados, deducían que pronto se reunirían con ellos. Una vez más, la interpretación del adivino era muy útil, y podía confirmar o invalidar el sentido de un sueño refiriéndose a factores astrológicos o a diversas artes adivinatorias.

Los sueños enviados por los fantasmas. Casi siempre eran aterradores, incluso aunque no tuvieran necesariamente nada que ver ni afectaran directamente al soñador. En este caso, podía comprobarse peligrosamente, puesto que estos fantasmas, que surgían de los sueños, eran espectros que habían sido víctimas, en vida, de una injusticia o un crimen, y reclamaban venganza atormentando al soñador, o bien resultaban ser almas errantes y mal intencionadas mandadas por brujos o brujas -ya que en China también había-, y llegados para perjudicar al soñador. El adivino, además de interpretar el sueño, desempeñaba la función de exorcista para acabar con los fantasmas.



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