lunes, 10 de marzo de 2014

Oniromancia y psicoanálisis


Tanto si se consideran mensajes enviados por los dioses como sis son comunicaciones del inconsciente, los sueños tienen un sentido.

¿Podemos realmente hacer un paralelismo entre esta ciencia del pasado tan discutida que es la oniromancia, pero que todavía ejerce una gran fascinación sobre nuestras conciencias, y la reciente ciencia del psicoanálisis, también muy controvertida, aunque parezca muy integrada en nuestras costumbres?

Sin duda alguna, los psicoanalistas puros y duros tienden a rechazar en bloque los 5.000 años de estudios e interpretaciones escritas de los sueños que han precedido a los primeros trabajos del psicoanálisis. Pero en este ámbito, como en tantos otros, ¿no es reprochable, incluso absurdo y muy presuntuoso, que con el pretexto de haber alcanzado un nivel de inteligencia y de lucidez mental muy elevado -al menos comparado con el que supuestamente tenían nuestros antepasados- creamos que nuestra interpretación actual de la realidad es la única aceptable, razonable y sensata? De manera que, ¿el análisis de los sueños, tal como lo enfocan los analistas, debe inducirles a rechazar, simple y llanamente, todas las interpretaciones de sueños de los onirománticos de antaño? Este estudio de las interpretaciones de los sueños, llamado oniromancia, y que se inspira tanto en el conocimiento del lenguaje de los mitos y símbolos como en la adivinación inspirada o deductiva, ¿nos ha librado todos sus secretos? ¿Le hemos sacado todo el jugo? ¿Realmente sabemos lo que nuestros antepasados "veían" en sus sueños y lo que deducían en términos vitales? El psicoanálisis, esta nueva forma de estudio de los sueños que recurre a los mitos y a los símbolos, ¿puede acabar barriendo definitivamente, a largo plazo, a la oniromancia? Tal vez, podemos imaginar que ambas son complementarias, que cada una se sitúa en un distinto nivel de conciencia y que, juntas, contribuyen a darnos una visión global y profunda de la realidad perceptible por nuestros sentidos, pero también imperceptibles por los mismos, realidad ilusoria de los sueños, aunque a veces nos parece más real que la realidad, simplemente porque la vivimos o la aprehendemos con más intensidad.

A fuerza de oponer nuestra concepción de la vida y del universo a la de nuestros antepasados, ¿no nos estamos oponiendo a nosotros mismos, yendo contra corriente respecto a la vida o retrocediendo?

LA ONIROMANCIA O LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

En las sociedades primitivas y las civilizaciones antiguas, parece que el sueño se consideró una especie de capacidad, al mismo tiempo natural y sobrenatural, que ofrecía a los hombres la posibilidad de comunicarse con el más allá, con los demonios o con los dioses en función de la naturaleza de sus sueños. En otros términos, las visiones, apariciones e iluminaciones pertenecen al campo de los sueños que, según los antiguos, era el instrumento que les permitía comunicarse con lo divino. Sin embargo, estas comunicaciones o mensajes transmitidos por los dioses a los hombres en sus sueños, siempre son una especie de previsiones.

Por eso, el sueño posee, evidentemente, un carácter mágico pero, sobre todo, sagrado. El hecho de encontrarlo y revelar su interpretación es de capital importancia y debe tratarse con precaución. Ésta es la misión del oniromante, el intérprete de los sueños, que puede ser un chamán, un sacerdote, un hechicero o un adivino, según las épocas y las culturas, pero que siempre se trata de un ser que se somete a unas reglas y leyes estrictas, rigurosos rituales y que se remite a formularios de interpretación de los sueños. Al haber sido iniciado en la interpretación de los sueños, gracias a unos dones o talentos innatos que poseía para ejercer este tipo de función, desempeñaba el papel de iluminador de conciencias, de clarividente. De manera que en las sociedades primitivas, así como en las civilizaciones antiguas más evolucionadas, no sería falso decir que la oniromancia era un arte que se ejercía de forma científica.

EL PSICOANÁLISIS O EL ANÁLISIS DE LOS SUEÑOS

Así como la oniromancia es un arte adivinatoria entre tantas otras, que permite descifrar los mensajes transmitidos en los sueños gracias al lenguaje de los mitos, los símbolos y los presagios, el análisis de los sueños no es el único instrumento del psicoanalista para la investigación del alma humana. Sin embargo, éste es el que nos interesa en este momento, tal como lo practican y lo aprovechan los psicoanalistas.

Según Sigmund Freud, los sueños son los efectos compensatorios y los fantasmas producidos por la libido, considerada un conjunto de energías instintivas y de fuerzas pulsionales incontroladas, que todos ocultamos y que forman la esencia misma de nuestra personalidad.

Por lo tanto, invitando al soñador a proceder por asociaciones a partir de un sueño que haya tenido, y que parezca haberle impresionado lo suficiente para que haga alusión al mismo en el curso de un análisis, es decir, durante una sesión de psicoanálisis -puesto que el psicoanalista ya no es un sacerdote o un adivino, sino un médico, función que asumían casi siempre los sacerdotes y adivinos en la Antigüedad-, el terapeuta incita al soñador a que él mismo encuentre el sentido oculto, profundo e íntimo de su sueño.

Sin embargo, es en el contexto de una terapia donde el psicoanalista trabaja los mensajes contenidos en los sueños, a los que considera síntomas de una enfermedad mental latente, que perturba el comportamiento del soñador o le encadena a malos instintos de comportamiento, que seguramente perjudican su bienestar.

¿En qué se diferencian el papel del oniromante y el del psicoanalista? ¿No pretenden ambos, por poco que tengan una vocación sincera, la preocupación por el bienestar del prójimo, del despertar de su conciencia y del conocimiento que puede tener de sí mismo?.


No hay comentarios:

Publicar un comentario