sábado, 29 de marzo de 2014

Sueños, azar y coincidencias


El azar no existe. Solamente existen las coincidencias. ¿Tiene cualquier acontecimiento una razón de ser? ¿Tiene todo sueño un sentido?

Al tratar la oniromancia en la actualidad, evidentemente se tiene que hacer alusión al psicoanálisis y a la interpretación de los sueños como soporte de la exploración del inconsciente. Esta "ciencia" adivinatoria tenía un pasado rico en enseñanzas, búsquedas, investigaciones, conocimientos e interpretaciones múltiples y variadas. Nuestros antepasados se aplicaban con gran seriedad al estudio de sueños y a su interpretación simbólica.

La pregunta es si esta gran tradición tiene todavía un futuro o se perderá la interpretación de los sueños fuera de los nuevos caminos trazados por los psicoanalistas. Todo lleva a creer que en las futuras décadas la oniromancia recuperará sus derechos, evolucionará y se desarrollará.

NO ES COSA DEL AZAR

Se suele decir: "no es cosa del azar". ¿Significa eso que estamos dispuestos a creer o a aceptar que un acontecimiento jamás se produce de manera fortuita, sin causa, que todo lo que sucede, pues tiene un sentido o una razón de ser?
Tomemos un ejemplo que puede afectarte personalmente: supongamos que eres víctima de un accidente inesperado y, aparentemente, totalmente imprevisible, como por desgracia ocurre con frecuencia en la vida cotidiana. Estás caminando tranquilamente por la acera, por ejemplo, simplemente para ir a tu casa, y un mal conductor, perdiendo el control de su vehículo, te atropella. Crees que te encuentras en casa, tal vez después de una dura jornada laboral, y resulta que finalmente estás inmovilizado en una cama de hospital, con múltiples contusiones o, aún peor, una o varias vértebras rotas con todas las consecuencias que esto implica.
Imagínate en esta situación. ¿Crees sinceramente que todavía estarías dispuesto a decir que lo que te ha pasado no es cosa del azar?
En caso afirmativo, y llevando tu razonamiento más lejos, ¿serías capaz de reconocer que, de todas formas y a fin de cuentas, el mal conductor, que es manifiestamente culpable en este accidente- del que tú eres sólo una víctima inocente-, no es en el fondo, y en realidad, ni más ni menos responsable que tú?
Admite que es muy difícil de creer, y todavía más de aceptar cuando uno resulta víctima de una situación así. ¿Podemos poner al mismo nivel a la víctima y al verdugo, sobre todo si son víctima y verdugo sin quererlo? Sin duda alguna, desde un punto de vista social, hay que definir ciertas reglas, si no cualquier exceso y desvío serían inevitables.
Sin embargo, no nos situamos en el punto de vista social, sino humano. Recurrimos a la conciencia, no a la fría razón, que nos dicta órdenes que siempre obedecemos como máquinas. Luego, si este accidente no es un azar, ¿cómo podemos aprehender las causas y motivos de un acontecimiento tan trágico?

EN MI FINAL ESTÁ MI COMIENZO, O TODO EFECTO TIENE UNA CAUSA

¿Es cierto? Responder a esta cuestión es como demostrar que los fundamentos de la oniromancia, tal como nuestros antepasados los establecieron, todavía no se han acabado de profundizar y explotar. En efecto, para que se produzca el accidente de nuestro ejemplo, habrá tenido que revelarse una concentración y una simultaneidad de circunstancias, parámetros, causas y probabilidades incalculables.
A propósito de probabilidades, debemos saber que en el mundo occidental, cientos de peatones son atropellados cada día y algunos de ellos mueren como consecuencia de sus heridas.
Cada uno de nosotros, pues, tiene una "oportunidad", entre millones, afortunadamente, de ser atropellado en la calzada cada día. Pero, retomando nuestro ejemplo, esto no explica por qué te ha pasado a ti. En cambio, si estudiamos esta situación desde el punto de vista de las coincidencias, en el sentido verdadero de este término (coincidere, compuesto por las raíces latinas cum, "con, conjunto", e incidere, "caer en o encima", significa "caer juntos en un mismo punto"), descubrimos que el mal conductor y tú estábais juntos en un mismo punto en un mismo momento. Cada uno por su lado, por supuesto por razones distintas, os habéis encontrado ahí. Pero aun así, una vez más, esta coincidencia no basta para explicar por qué has sido tú la víctima de este accidente, en el que todo acusa al llamado mal conductor. Sin embargo, si admitimos que todo esto no es fruto del azar, entonces tal vez existan otros parámetros, imperceptibles, impalpables, al menos aparentemente, factores de influencia que actúan, a pesar nuestro, en contra nuestra.
En otros términos, no es inverosímil que los símbolos y arquetipos -que no son representaciones ni figuras estáticas sino que, sobre todo, sin que lo sepamos, son energías en potencia, que no controlamos en estado consciente -interfieren en la realidad física del mundo real. Por eso, puede que algunos elementos, factores, formas de pensamiento, de ideas y de espíritus se atraigan inexorablemente, tanto para lo peor como para lo mejor, según una necesidad que se nos escapa pero que podríamos controlar si tuviéramos más conciencia de nuestras lagunas y de nuestras debilidades, si entendiéramos que el lenguaje de los sueños es tal vez el de la vida.
Así, retomando nuestro ejemplo, es casi seguro que antes de ser efectivamente la víctima de dicho accidente, lo soñaste de una forma u otra, y que lo mismo le sucedió a la persona que perdió el control del vehículo. Por eso, si escuchásemos con mayor atención lo que nos dicen los sueños, podríamos evitar muchos dramas, así como preocupaciones o problemas y, por supuesto, catástrofes. Si lo vemos desde un punto de vista económico, tan querido en nuestras sociedades modernas, cuánto nos ahorraríamos si prestásemos más atención al contenido de nuestros sueños, ya que todos ellos tienen un sentido. Pero incluso sin tener en cuenta este punto de vista, queda claro por qué la oniromancia es, una "ciencia" adivinatoria con gran futuro.



No hay comentarios:

Publicar un comentario