miércoles, 26 de febrero de 2014

La oniromancia en Babilonia


La interpretación de los sueños en Mesopotamia iba acompañada sistemáticamente de un ritual y era patrimonio de lo divino o del sacerdote.

Al hablar de la interpretación de los sueños en Babilonia, nos referimos a la tradición sumerio-acadia, asiria y caldea del arte de la adivinación y de la ciencia de los presagios, tal como se practicó en Mesopotamia.

La oniromancia, es decir, la interpretación de los sueños, ocupó un lugar primordial, evidentemente junto con la astrología, pero también junto a las artes de la aruspicina, es decir, la consulta de las vísceras de los corderos sacrificados -a partir de los cuales el adivino realizaba los oráculos-, la cresmología o la escucha de encantamientos o palabras extáticas, la fisiognomonía o estudio de los rasgos del rostro, la metoposcopia o el análisis de lunares, la oleomancia o adivinación realizada a partir de manchas de aceite, la teratomancia o los presagios relativos a los monstruos de la naturaleza, la belomancia que se practicaba dejando caer varias flechas o bastones al suelo y, finalmente y sobre todo, la cledonomancia, un arte adivinatoria basada en las coincidencias y correspondencias entre algunos acontecimientos fortuitos o naturales que se producían en un momento determinado, o en el momento que el consultante planteaba ciertas preguntas puntuales y relacionadas a las dificultades que se encontraba en la vida. En todas las civilizaciones, a la hora de consultar el oráculo de los dioses en cualquiera de estas formas, se recurría al adivino o bârû, un iniciado en el sentido verdadero de la palabra, que no sólo se mantenía en el más absoluto secreto y en la total confidencialidad, sino también en tanto que se sometía a ritos, usos, principios y reglas muy estrictas que le habían sido impuestos. Entonces, se puede considerar que ser adivino en Mesopotamia era un trabajo que implicaba un compromiso y una ética, sobre la que todos aquellos que hoy presumen de adivinos deberían meditar.

ZIQIQU, EL DIOS-SUEÑO, MENSAJERO DIVINO

Según la tradición y las creencias babilónicas, el sueño es un dios que toma el aspecto de un soplo, el Ziqiqu, que al caer la noche vaga entre el cielo y la tierra. Ziqiqu, el dios-sueño, es un demonio nocturno. Es una creación de la noche. Sin embargo, tal como lo describen los asirios, nos recuerda al doble etéreo y a la imagen del ángel como se representaría posteriormente, empezando por la que se plantearon los cabalistas con la noción de Selem o cuerpo astral. En efecto, el dios-sueño se sitúa bajo la doble influencia de Shamash o Uto, el Sol -que durante la noche continúa su viaje en el mundo oscuro e infernal y, por eso, se le consideraba el "rey de los espectros"-, y del dios Luna Sin o Nanna -que era un dios masculino e hijo de Enlil, una divinidad primordial y superior en el panteón de los numerosos dioses mesopotámicos, asociado al destino de los hombres-, pero también, en cierta forma, a la atmósfera de la Tierra, al Aire en tanto que elemento y, por consiguiente, al soplo en que aparece el Ziqiqu, el dios-sueño.

LA INTERPRETACIÖN DE LOS SUEÑOS EN BABILONIA

Para practicar el arte adivinatoria de la oniromancia e interpretar el mensaje transmitido por el dios-sueño, el adivino babilónico debe recurrir a las fuentes de su imaginación, además de consultar los formularios de presagios relativos a los sueños de que dispone. Sin embargo, en Babilonia, solamente un adivino o sacerdote, llamado sha'ilu, "el interrogador", era capaz de interpretar un sueño. Además, al tener el sueño un carácter mágico, sagrado y demoníaco, se desaconsejaba al soñador entregar su sueño a otra persona que no fuera el adivino. Cuando el soñador se dirige a este último para descubrir y entender la interpretación que le dará de su sueño, el sha'ilu, antes de consultar los formularios de presagios relativos a los sueños y dar libre curso a su inspiración e imaginación para resolver el enigma de un sueño, leerá los textos rituales. De manera que la interpretación de un sueño va acompañada de una ceremonia. Por eso, este acto que lleva a cabo el adivino no es anodino, el soñador mide también su importancia y gravedad.
Estos textos enseñan que, para el soñador, contar o explicar su sueño, también es liberarse y librarse del mismo. Ahí se encuentra la noción de exorcismo inherente a cualquier cultura mesopotámica, donde las prácticas de la adivinación y la medicina siempre tenían  un carácter expiatorio y saludable.

LOS FORMULARIOS DE ONIROMANCIA DE BABILONIA

En Mesopotamia, cuna de la escritura cuneiforme, los hombres utilizaban esta maravillosa y genial invención para organizar la vida social y económica. De tal manera, sus reglas de vida administrativa y sus leyes fueron escritas. Ocurría lo mismo con todo lo que tenía que ver con relatos míticos, el panteón de los innumerables dioses, la adivinación y los presagios. En los archivos reales de Assurbanipal -gran rey asirio del siglo VII antes de nuestra era que conquistó Egipto y destruyó el Imperio de Elam y creó una fabulosa biblioteca en Nínive, capital de su imperio-, al arqueólogo inglés Austen Henry Layard, en 1850, descubrió más de 25.000 tablas.
Actualmente, se conservan en el British Museum de Londres, y aproximadamente cien de ellas constituyen una verdadera "clave para sueños". A continuación algunos breves extractos de este formulario para la interpretación de sueños, reconstruido metódicamente por el asiriólogo americano Leo Oppenheim. Son pasajes relacionados con animales, por supuesto se trata exclusivamente los que aparecen en sueños:

  • "Si un hombre se encuentra con un caballo: tendrá un salvador."

  • "Si un hombre se encuentra con un mono: tendrá hijos."
  • "Si un hombre se encuentra con una rata: comerá hasta hartarse."
  • "Si un hombre se encuentra con un ave: encontrará el objeto perdido."
  • "Si un hombre atrapa un zorro: tendrá un espíritu protector."
  • "Si atrapa a un zorro y luego se le escapa: un espíritu protector le abandonará."
  • "Si atrapa a un gato: realizará sus deseos y tendrá un espíritu protector."
  • "Si atrapa a un macho cabrío: se apoderará de él un espíritu malo."
  • "Si atrapa a un carnero: la justicia le perseguirá."



viernes, 21 de febrero de 2014

La oniromancia o la interpretación de los sueños


Los sueños son siempre premonitorios en el sentido de que nos avisan de un hecho, de un acontecimiento, de una situación que vendrá. Pero, ¿cómo interpretarlos?

El sueño es una función vital; sin vida onírica mientras dormimos, no podríamos sobrevivir. Sin embargo, la propensión al sueño, no es exclusiva de la vida nocturna. En estado de vigilia también se sueña. No nos referimos al hecho de especular, de imaginar, de esperar, de querer o de desear, sino a los sueños que tenemos despiertos: esos cortos instantes de evasión en que el espíritu se libera, deriva, instantes durante los que estamos inmersos en un estado que tal vez se sitúa entre la vigilia y el sueño. Hablamos de cuando tienen que repetirnos varias veces lo mismo para que lo entendamos, lo comprendamos y reaccionemos, pues estamos tan absortos en otras preocupaciones que nos alejamos del mundo real. Desde siempre, el hombre sueña igual que respira y, a veces, sus sueños se hacen realidad.

¿PARA QUÉ SIRVEN LOS SUEÑOS?

¿De dónde vienen? ¿Tienen sentido? ¿Qué significan?
Los psicoanalistas modernos no fueron los primeros en formularse estas preguntas. En Babilonia, en el antiguo Egipto, en Israel, en Persia, en la India, en China, en Japón ya se lo planteaban, mucho antes de la aparición de la escritura. Y también se conocían los efectos terapéuticos de la interpretación de los sueños. De este modo, el hombre antiguo daba y encontraba un sentido a sus sueños utilizando el lenguaje de los signos, de los símbolos, de los mitos y de las creencias. Más tarde, en los países islámicos la oniromancia fue el único arte adivinatorio aceptado por el Profeta y predicado a los creyentes. Éstos elaboraron un verdadero código moral o deontológico para la práctica de esa mancia, que nada debe al sistema elaborado por nuestros psicoanalistas actuales.
Así eran las palabras que pronunciaba el profeta, este oniromántico -o sea, el intérprete de los sueños o antepasado de nuestro psicoanalista moderno-, cuando uno se disponía a confiarle su sueño: "¡Que el bien te resulte próximo y que el mal se aleje de ti! ¡Que sea un bien para ti y un mal para tus enemigos! ¡Loado sea Alá, señor del universo! Cuenta tu sueño".

¿POR QUÉ SOÑAMOS?

Los neurólogos afirman que la función del sueño resulta de nuestra actividad cerebral y orgánica.
Los psicoanalistas freudianos ven en ella efectos compensatorios y fantasmas producidos por la libido, palabra latina que significa deseo, entendido aquí como energía de los instintos y de las tendencias que constituyen el fondo de la personalidad.
Los psicoanalistas jungianos explican que nuestros sueños son portadores de mensajes simbólicos, cuya interpretación es un buen medio para conocernos a nosotros mismos, para orientarnos cuando tenemos problemas psíquicos o materiales o cuando atravesamos momentos de confusión.
Los antiguos entendían sus sueños como mensajes enviados por los dioses, para iluminarles, prevenirles, advertirles y guiarles.
Como ocurre a menudo, cuando los hombres se plantean una cuestión de las llamadas "eternas", cada especialista tiene una parte de la verdad, la cual se encuentra mediante una hábil síntesis de las respuestas que se nos proponen. En cuanto a lo que nos interesa, podemos deducir que nuestros sueños resultan de nuestras funciones cerebrales y orgánicas, que son fruto de nuestros deseos satisfechos o inhibidos, que su desciframiento y su interpretación favorecen tomas de conciencia y que, finalmente, son portadores de mensajes simbólicos esenciales que se manifiestan ante nosotros como medida preventiva, que nos avisan de ciertas situaciones, circunstancias o acontecimientos futuros, para que podamos prepararnos para vivirlos serena y sabiamente.
No cabe duda de que debemos estar atentos a nuestros sueños, a nuestra doble vida onírica, ya que resulta ser un buen medio de entrar en relación y en comunicación con lo absoluto, en comunicación con uno mismo.

¿CÓMO INTERPRETAR NUESTROS SUEÑOS?

Un método sencillo que se inspira en las técnicas de la oniromancia tradicional consiste en redactar un diario. Procúrate un cuaderno o una libreta y, cada vez que recuerdes un sueño, escríbelo sin descuidar ponerle su fecha. No te detengas en pensar que es totalmente fantástico, irreal, irracional o absurdo. Lo esencial es que puedas volver a él y que lo puedas contar. Al redactarlo, no busques efectos de estilo. Sé tan espontáneo y conciso como te sea posible. En cierto modo, al escribir tu sueño, te liberarás de él y podrás reflexionar cómodamente.
En cualquier momento, podrás leer tu libreta y recordar tu sueño. Sin duda, encontrarás analogías, concordancias y nexos comunes entre estos sueños y los que tendrás posteriormente, y que también escribirás de la misma manera. 
Para entender el sentido de tus sueños, podrás consultar un buen diccionario de símbolos.
Pero eso no debe impedirte recurrir a un principio de interpretación sencillo, basado en la analogía, los juegos de palabras, los símbolos y la deducción. En efecto, cada uno de nuestros sueños es un enigma.
Desvelar un enigma presenta diversos puntos comunes con una trama policíaca, de ahí la fascinación que ejercen sobre nosotros los grandes detectives de la literatura.
A partir de ahora, para interpretar tus sueños, transfórmate en Sherlock Holmes. "Donde está la pregunta, está la respuesta", dice un precepto de la oniromancia india.
Debes saber que, en casi todos los casos, tú eres el único capaz de interpretar tus propios sueños.

¿TIENEN UN SENTIDO INHERENTE NUESTROS SUEÑOS?

Hoy sabemos que, mientras dormimos, estamos inmersos en una fase de ensoñación que engloba cuatro o cinco sueños diferentes, cuando menos. Pero no los memorizamos con exactitud. A veces, al despertarnos, nos encontramos durante un breve instante en un ambiente, una atmósfera inherente al sueño en el que estábamos inmersos justo antes de abrir los ojos. Otras veces, persiste en nuestra mente una situación o un hecho que se produjo en el sueño. Otras, esta situación o este hecho nos persigue, nos inoportuna y puede incluso repetirse varias veces durante diferentes noches. Naturalmente, a estos sueños debemos prestarles una particular atención. En efecto, un sueño que nos deja una fuerte impresión aun despiertos siempre está cargado de sentido, es portador de un mensaje importante que es necesario interpretar.




lunes, 17 de febrero de 2014

Los presagios


Los presagios son el origen de la creación de las artes adivinatorias, pero tal vez sean también una de las primeras manifestaciones del espíritu científico.

Si queremos descubrir el origen de los presagios, tendremos que dar un gran salto en el tiempo. ¿Pero realmente somos capaces de hacerlo? ¿No estamos encerrados en un presente, a través de cuyo filtro nos planteamos cualquier perspectiva de nuestro lejano pasado y de nuestro futuro, sin considerarnos capaces de abordarlas de otro modo que no sea a través de nuestras costumbres, criterios y conceptos actuales?

De entrada, ésta es la pregunta que se nos plantea al abordar el origen de los presagios; puesto que parecen creados en el espíritu de nuestros ancestros para que pudieran sumergirse en su futuro con más serenidad, para justificar sus actos y para encontrar excusas, como solemos decir actualmente.

LOS PRIMEROS PRESAGIOS CONOCIDOS

Aunque nos encontremos en condiciones de conocer el impresionante inventario de presagios realizado por los habitantes de Mesopotamia en el milenio III antes de nuestra era, ya que están datados histórica y científicamente, sobre su utilidad no sabemos demasiado.

Sin embargo, estos presagios, que probablemente fueron creados en Mesopotamia, seguramente en el milenio III y que se han estado transmitiendo oralmente durante mucho tiempo antes de ser inventariados sobre unas tablas de arcilla en escritura cuneiforme, estos presagios tenían sin duda una razón de ser, una utilidad que hoy día en gran parte se nos escapa, puesto que nuestra mentalidad es muy diferente a la de los antiguos mesopotámicos.

Pero es un hecho que respondían a una suerte de necesidad vital para la especie humana, ya que no sólo muchas otras civilizaciones y culturas se inspiraron en el principio de los presagios, sino que muchas veces también en su contenido. Éste fue el caso, por ejemplo, de los egipcios, los hititas, los etruscos, los griegos y los romanos, por citar algunos solamente, mientras que, en otras partes, en otras latitudes, aparecían otras formas de presagios. 

LA ADIVINACIÓN DEDUCTIVA

A partir de estos presagios, la mayoría creados de acuerdo con una atenta observación de la naturaleza, de las analogías, de las coincidencias y correlaciones entre algunas de sus de sus manifestaciones y algunos de los fenómenos, nació en el espíritu de nuestros antepasados una especie de ciencia de los presagios, que acabó siendo muy elaborada, mucho más inteligente de lo que hoy en día se cree, y en la que todavía se basa la llamada sabiduría popular, especialmente la de los refranes, proverbios, preceptos y dichos que pueblan nuestra cultura.

Por otro lado, remontándonos a las fuentes de esta antigua ciencia de los presagios, es también donde encontramos los orígenes y los fundamentos de todas las artes adivinatorias. Por eso, no es erróneo decir que en el seno de esta cultural ancestral de los presagios nació la adivinación deductiva, así como el espíritu de análisis y de estudio sistemático que se ha convertido en el espíritu científico moderno que conocemos y que ha reinado a partir de entonces.

Por lo tanto, no dudamos en hablar de "ciencia" cuando hablamos de presagios, ya que creemos que fueron los primeros conceptos de organización y clasificación de los elementos y de las fuerzas de la naturaleza que nos rodean. Entendemos por adivinación deductiva la que utiliza signos o manifestaciones exteriores a partir de los cuales se pueden prever consecuencias, que no necesariamente tienen una relación directa con las manifestaciones o signos en cuestión. Así, algunas combinaciones o coincidencias entre elementos que a priori no tienen por qué estar juntos, o sólo lo están excepcionalmente, pueden conllevar mensajes o advertencias. Al menos así es cómo nuestros antepasados enfocaron la adivinación o ciencia de los presagios. De entrada no vemos la relación directa y lógica que existe entre el hecho de que una mujer dé a luz a un recién nacido muerto y el presagio de epidemia que deducían los mesopotámicos. Y sin embargo había un vínculo, que comprenderemos reflexionando sobre las razones que indujeron a nuestros antepasados a crear presagios.

UNA VERDAD PRIMERA

Una de estas razones es  una verdad primera que podemos comprender, ya que se trata de una cuestión que todos nos hemos planteado en un momento u otro de nuestra vida, o a la que nos hemos enfrentado, al menos una vez, directa o indirectamente, en circunstancias más o menos dramáticas.

Esta pregunta es: ¿por qué morimos? O si lo prefieres, ¿por qué debemos morir todos algún día?

Por más inteligentes, lúcidos, razonables y equilibrados que seamos, esta pregunta siempre provoca angustia a todo el mundo; puesto que, hasta hoy, nadie le ha podido dar una respuesta verdaderamente clara y reconfortante. Por ello, esta pregunta humana y universal provoca una angustia que, desde siempre, es intrínseca al hombre y a la mujer. Y no hay duda de que una de las razones esenciales que nos empujaron a pretender convertirnos en dueños de nuestro futuro, creando los presagios, fue sin duda la angustia de la muerte. Pero también había otras razones.


jueves, 13 de febrero de 2014

Los decanatos


Este término puede desanimar al neófito, quien muchas veces lo habrá oído pronunciar a los "especialistas" en astrología, sin saber demasiado a qué corresponde. En realidad, no designa más que una subdivisión de cada uno de los 12 signos del zodiaco.

Si sabes contar hasta 10 y hacer una multiplicación, comprenderás rápidamente lo que es un decanato. Basta recordar que el zodiaco, elaborado por los hombres de la Antigüedad, es un círculo de 360 grados, dividido en 12 signos, que abarcan 30 grados cada uno. Todos los signos están subdivididos en 3 partes iguales de 10 grados, a las que se llama decanatos.

Así pues, hay: 12 signos x 3 partes iguales = 36 decanatos

LA UTILIDAD DE LOS DECANATOS AYER Y HOY

Los primeros astrólogos pretendían prever los acontecimientos colectivos y los fenómenos naturales susceptibles de perturbar la armonía, el bienestar, la plenitud y la evolución de su comunidad. De hecho, para los primeros pueblos sedentarios y agrícolas era vital prevenir las plagas que siempre han azotado a la humanidad: la sequía, el hambre, las inundaciones, las epidemias, las guerras. Con este objetivo, los astrólogos comprendieron rápidamente lo mucho que les quedaba por hacer.
Tenían que ser lo más precisos posible, a la hora de revelar informaciones útiles para la protección de su comunidad. Sin embargo, si prestamos atención, nos daremos cuenta de que los peligros que inquietaban a nuestros antepasados también nos preocupan actualmente. Independientemente del progreso de la ciencia y de la tecnología, nos sentimos todavía impotentes, sobre todo como individuos, ante ciertos fenómenos naturales o movimientos colectivos.
El uso de los decanatos en el zodiaco ayuda a señalar previsiones relativamente más fiables y más precisas que las que tendríamos si éstos no existieran, pues cada uno de ellos ofrece informaciones que le son propias en un sector privilegiado del zodiaco.

DE LO GENERAL A LO PARTICULAR

Hacia los siglos III o II a.C., los astrólogos se preocuparon por adaptar los datos y las informaciones que utilizaban, con el fin de aportar una solución a las preocupaciones de la sociedad o con tal de responder a las preguntas de cualquier individuo. Para hacerlo, explotaron de la misma manera, según los mismos principios, las características originales y específicas ofrecidas por la distribución de los 36 decanatos en el interior del zodiaco. Debes descubrir las características fundamentales de cada uno de ellos tal como son presentadas en la rueda zodiacal, así como los astros que los rigen. Pues, al igual que los 12 signos del zodiaco, cada decanato tiene un planeta regente, es decir, un astro que reina en los 10 grados que los constituyen.
A partir de aquí, combinando los datos ofrecidos por la naturaleza del planeta regente de un signo con los indicados por la naturaleza del regente de cualquiera de los decanatos de ese mismo signo, se obtendrán informaciones más afinadas, más sutiles, más precisas, más acertadas, sobre la posición del Sol, del ascendente, de un astro o del ángulo de una casa situados en ese signo y en ese decanato, dentro de la carta astral de un individuo.



lunes, 10 de febrero de 2014

Los aspectos mayores


LA CONJUNCIÓN

No se trata, propiamente hablando, de un aspecto, pues el ángulo que forma es casi inexistente. En realidad, la conjunción entre dos astros se produce cuando, en el zodiaco, dos astros dan la impresión de estar pegados uno a otro o están muy próximos, a cero o pocos grados de distancia.

EL SEXTIL

Se trata de un aspecto formado por dos astros que están separados por una distancia de poco más o menos 60 grados en el interior del zodiaco.

LA CUADRATURA

Es un aspecto formado por dos astros que se encuentran poco más o menos a 90 grados, siempre dentro del zodiaco.

EL TRÍGONO

Este aspecto aparece entre dos astros cuando se encuentra en un ángulo de unos 120 grados.

LA OPOSICIÓN

Designa dos astros opuestos uno al otro, a menudo en dos signos opuestos, que forman un ángulo de 180 grados, a veces un poco más o un poco menos.

LOS ASPECTOS MENORES

Indican sólo informaciones secundarias, que no aportan nada a las que nos brindan los aspectos mayores, y sobre todo los significados de los astros y los puntos ficticios en los signos y en las Casas, pero sirven de información:

EL SEMI-SEXTIL: Es la mitad de un sextil, formado por dos astros separados en el zodiaco por unos 45 grados aproximadamente.

LA SEMI-CUADRATURA: Es media cuadratura, relativa a dos astros separados en el zodiaco por unos 45 grados aproximadamente.

LA SESQUI-CUADRATURA: Es un ángulo un poco más grande que el del trígono, cerca de 135 grados, formado por dos astros.

EL QUINCUCIO: Es un ángulo situado a igual distancia del trígono que de la oposición, formado por dos astros situados, uno en relación al otro, a 150 grados.

Para finalizar el decil (aproximadamente 36 grados), el quintil (72 grados) y el biquintil (144 grados), aunque estos últimos aspectos son casi ignorados.

¿QUÉ ES UN ORBE?

En astrología, el orbe es la distancia máxima que revela si el aspecto entre dos astros existe o no. Por ejemplo: el orbe del aspecto entre la Luna y Mercurio es de 10 grados. Por ello, a 11 grados de desviación, no forman ya un aspecto en el zodiaco.

ASPECTOS BENÉFICOS Y ASPECTOS MALÉFICOS

En Occidente nos encanta creer que a un lado está el bien y al otro el mal. En la cultura oriental y asiática es muy distinto. No olvidemos que las raíces de la astrología se encuentran en Oriente Medio. Así pues, no es necesario ver los aspectos bajo un ángulo sistemáticamente positivo o negativo. Su valor, más fácil o más difícil, se mide según la naturaleza de los astros en cuestión y su situación en el zodiaco.



miércoles, 5 de febrero de 2014

Los aspectos


Los aspectos son los ángulos que forman los astros entre ellos en el interior del zodiaco. Tienen una importancia relativa en la interpretación de una carta astral.

A propósito de los aspectos, existen dos escuelas. Ciertos astrólogos consideran que los ángulos formados por los astros y entre ellos, en el interior del zodiaco de una carta astral, son determinantes en la interpretación que deducimos, otros piensan que son secundarios y aleatorios.

LOS ASPECTOS, EL INDIVIDUO Y LAS PREVISIONES COLECTIVAS

Cuando los sacerdotes astrólogos y matemáticos de Mesopotamia pusieron los cimientos de la astrología y crearon de este modo el zodiaco tal como lo conocemos en nuestros días, con algunos matices, sabemos que lo hicieron sobre todo con el fin de salvaguardar su comunidad. Previeron así, por medio de instrumentos de medición -y es necesario precisar: de "sus" mediciones- y de observaciones deductivas, los acontecimientos probables susceptibles de influir la evolución de su sociedad. Según este principio, las múltiples disposiciones de los astros en el interior del zodiaco y los numerosos ángulos que formaban entre ellos acabaron por tener significaciones y resonancias particulares.

Se trataba de "influencias" que concernían a la colectividad en primer lugar, e indirectamente al individuo que formaba parte de ella. Sin embargo, el hecho de que los seres vivan el mismo acontecimiento en el mismo momento no significa que cada uno de ellos lo sienta, lo sufra o lo domine de la misma manera.

Pues, si el acontecimiento en cuestión puede prevenirse o definirse por la aparición de tal o cual aspecto concreto que se produce en el interior del zodiaco, no por ello debemos necesariamente deducir que se prevea y se defina de la misma manera y según los mismos criterios para el individuo.

Por este motivo se abordarán las interpretaciones de los aspectos en el interior de la carta astral con mucha cautela y con matices, aun cuando, por otra parte, se considere que juegan un papel preponderante en las previsiones establecidas tanto para el individuo como para la comunidad de pueblos y naciones; aspectos y previsiones que es necesario saber interpretar con sutileza y prudencia, pues muchos astrólogos extraen conclusiones a menudo precipitadas y aproximativas, para alimentar el catastrofismo reinante.

Se comprende pues que, en una época en la que los cálculos de la domificación, y las posiciones del ascendente y de las Casas, aún no existían, las preocupaciones de los astrólogos no eran de orden individual, sino colectivo, salvo aquellas que afectaban al nacimiento y la vida de un rey, pues el destino y el devenir estaban íntimamente confundidos con los de su pueblo. A partir de las posiciones de los astros en los 360 grados del zodiaco y en los decanatos, y los ángulos o aspectos que formaban entre ellos, los astrólogos de estos tiempos remotos hicieron sus previsiones.


domingo, 2 de febrero de 2014

La Carta Astral


Actualmente, el carácter sagrado o divino de la astrología ha caído en desuso. Ya no se tiene el sentimiento de estar introduciéndose en una religión cuando se aprende astrología. Además, tampoco se le llama "iniciarse" en la astrología, sino "aprender". Es verdad que, históricamente, la religión se ha asociado demasiado con el poder, el dinero y la violencia; pues algunos, cíclicamente han visto en ella un medio para satisfacer sus ambiciones personales, en detrimento de las necesidades o aspiraciones de la comunidad. No obstante, la religión, en el sentido puro y verdadero del término, sean cuales sean los dioses venerados o las creencias y cultos adoptados, es un principio que une al individuo con los demás.

Así, abordar la astrología con la intención de unirse a uno mismo y a los demás revela un estado de espíritu en el que es bueno sentirse y permanecer. En todo caso es indispensable para estudiar, analizar e interpretar una carta astral.

Pero, ¿qué es una carta astral? Es un mapa del cielo establecido, no ya a partir de una hora, día, mes, año y lugar geográfico, sino a partir de la fecha, hora y lugar de nacimiento de un individuo. En otras palabras, la carta astral es un mapa del cielo personalizado. En efecto, también puede realizarse la carta astral de un acontecimiento, por ejemplo: la firma de un tratado, un contrato, la creación de una empresa, una boda... Pero se tratará, pues, de una consulta horaria, llamada así para distinguirla de la carta astral, que se refiere siempre a una persona y no a una cosa o acontecimiento. De este modo, la carta astral puede ser útil para levantar tanto un mapa del cielo como para realizar una consulta horaria.